Parece ilógico que una persona pueda cambiar drásticamente de un estado de ánimo a otro. Pues eso me pasó a mí y no es la primera vez, esto ocurre con determinada frecuencia. A veces disimulo para no parecer grosera. Quizá es que lo “pienso” para manejar asertivamente mis emociones, pero no siempre puedo tener la situación bajo control.
Hasta antes de empezar a comer, me sentía bien. Sí, por situaciones no muy importantes, como lo que puse en el post de abajo, que fui a comprar un libro y cosas de ese tipo. Me empecé a sentir un poco mal, pero del estómago, aunque eso fue pasajero.
Prendí la tele, vi un poco de noticias y también de 12 corazones. Me aburrí. Fui a mi cuarto. No tenía qué hacer. Regresé a la sala. Intente a ver la tele otra vez. Y que llega mi mamá acompañada de una vecina chismosa: la administradora del edificio. Platicaban y no me dejaban escuchar a gusto. Volví a mi cuarto. Vi las persianas sucias y traté de limpiarlas. Fui por un trapo y agua. El sol era tan radiante que molestaba. Decliné.
Intenté leer el libro que compré. No sé que demonios pasaba. Leía y no entendía nada. Pensaba en otras cosas. La lectura me era indiferente. Mi madre salió. No supe a dónde, pero iba con la vecina chismosa. Decidí dormirme un rato.
Todo era paz y felicidad mientras dormía. Hasta que llegó mi mamá (sin la vecina chismosa). Recibió una llamada de mi papá. Le contaba lo que había hecho con la vecina chismosa. Yo estaba profundamente dormida. Sin embargo me despertó la voz de mi madre. Ella estaba en otro cuarto. Yo tenía la puerta cerrada. Parecía que mi madre gritaba al hablar. Enojada me desperté y dije ¡Shhhhhhhh!. Mi mamá no bajó el tono. Me desperté definitivamente.
Mi mamá colgó. Mi estado de ánimo no ayudó. Le dije “es que tú gritas cuando hablas”. Mi madre se molestó. Me siento mal. Me siento muy mal. Prefiero un dolor de panza. Soy una intolerante...
miércoles, 28 de mayo de 2008
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