No lo puedo creer, después de hacer mi último examen, de pasar aceptablemente historia con ayuda de Wikipedia (porque digamos que cualquier alumno sabe más que la maestra alias “la Barbie”) y de sacar un promedio que superó mis expectativas: mi alma descansa placenteramente, sentí un gran alivio, fue algo inexplicable.
Este semestre se me pasó tan rápido, por varios motivos: hubo muchos puentes, fui a mi primer Intercampus Juvenil, hice mi primer revista (que por cierto, no ganó los puntos, pero ya me vale, fue eminente que la mía debió haber ganado), hubo vacaciones (solo de una semana) etc.… todo sucedió tan pronto, solamente de enero a mayo.
Ahora soy libre por dos meses, sin compromisos escolares… todo parece ser tan radiante. Quizá lo menciono así porque éstas son mis primeras horas desocupadas, pero ¿qué haré después de una semana? ¿me aburriré luego de un mes totalmente disponible? ¿cómo serán mis vacaciones: aburridas o divertidas?
Pues no lo sé y por el momento no quiero ni pensarlo. Ahora solo quiero disfrutar estos días (o tal vez horas) felices, sí, de esos que con el simple hecho de hacer algo que no está planeado, o tal vez no hacer nada, el tiempo transcurre cautivadoramente…
Felicidad bienvenida: ya sea por motivos ordinarios, o por el simple hecho de no levantarme a las cinco de la mañana.
Felicidad momentánea: porque ahora ella viene hacia mí; pero a partir de agosto, cuando regrese a clases, yo seré quien la tenga que buscar…
lunes, 19 de mayo de 2008
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