Acabo de regresar de un largo viaje ida y vuelta (en un solo día), el cual incluyó una mezcla no muy grata de diferentes transportes: colectivo, metro, caminata y taxis. En la ida hice como 3 horas, y ya de regreso aproximadamente 2… todo para ir a una fiesta de quince años de una amiga que iba conmigo en el kinder.
Iba un tanto, o bueno no, muy emocionada, porque ya tenía alrededor de 10 años de no verla. Ella, su prima y yo, íbamos en el mismo kinder, me acuerdo que nos juntábamos a la hora del recreo, éramos muy amigas y hasta llegamos a hacer una serie de travesuras juntas. Por lo tanto pensé que cuando yo llegara, al menos se notaría “felicidad” en sus caras o algo por el estilo.
Sin embargo esto no sucedió. Al llegar al lugar de la fiesta, (porque no alcancé a llegar a misa), las vi: las dos tan iguales, no han cambiado casi nada. Tontamente pensé que me hablarían y que me preguntarían cómo me había ido, cómo me va ahora en esta ciudad, y preguntas parecidas… pero malas noticias, me vieron y se hicieron las que no.
¡Demonios! ¿Por qué la gente cambia tanto? Ellas no eran así… pero bueno, después de un largo lapso, alrededor de dos horas, decidí ser yo la que rompiera el hielo. Sí, llegué, primero saludé a su prima, le dije “¡hola Gloria! ¿cómo has estado?” y en su rostro se vio reflejada su actitud arrogante, puso cara de “¿te conozco?” y ni siquiera me contestó. Así que pensé: “¡Ja!, pobre ilusa, de seguro ya se cree muy grande y que nadie la merece”. Después de esto creí que la quinceañera, al menos por ser su fiesta, recibiría mi regalo con una grata y sincera sonrisa. Cosa que no sucedió, solamente tomó su regalo, me abrazó por compromiso y se fue. No solo en ese rato, sino durante toda la fiesta, mostró una mala actitud, fue muy apática.
Ahora analizando todo, pienso que la única ilusa soy yo. La gente cambia. A veces para bien, a veces para mal. Todo depende del punto de vista de cada quien. Al parecer las fiestas de quince años, además de ser un monumental gasto de dinero, también sirven para que las festejadas crean que ya se han vuelto “mujeres” con el simple hecho de arreglarse más, y por consecuente, crean que ahora el mundo está a sus pies.
Pero lo que no les han dicho, es que lejos de que su cuerpo haya cambiado, que ahora sus vestidos, pinturas, ropa, y todos los accesorios que muchas se cuelgan imitando la moda de otras personas, no las va a hacer una verdadera mujer, que se fija objetivos, que tiene claro lo que quiere, que lucha por hacer sus sueños realidad, que defiende sus ideales y que es más que una simple muñeca bonita de parador. Mucha gente, se ha olvidado de esos aspectos valiosos que van más allá de una fiesta.
¿Será que el individualismo está quedando en segundo término?
sábado, 17 de mayo de 2008
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1 comentario:
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