Regresábamos del Blogfest muy contentos, porque mi hermano y sus amigos se ganaron un XBox 360, así nomás, por jugar una reta de Rock Band y como a Microsoft lo que le sobra es dinero y ellos son bien gamers, no hubo quien los superara y que se ganan la consola.
Entonces ya de regreso, fuimos a ponerle gasolina al carro. ¡Demonios! vuelta prohibida y ni nos importó… pero como 200 metros adelante, que nos para el tránsito. ¡OMG! Ahora las malditas multas son carísimas: 20 días de salario mínimo nomás por una vuelta prohibida. Y como era de esperar: el perverso tránsito desgraciado, pidió una mordida.
La verdad, se ponen accesibles. Él sólo quería la mitad de lo que uno va a pagar. Ahora entiendo a la gente que sí da mordidas. Pero no me sentí bien y convencí a mi hermano para que no la diera.
Creo que hubiera sido más fácil dársela, porque, aparte de ahorrar $250, llegando a la casa mi mamá se enojó y nos regañó. A veces los padres juzgan a los hijos por cosas injustas. Y lo que era un regreso feliz, se convirtió en una maldita llegada.
-¡Estoy bien babosa!- fue lo primero que pensé. Pero ahora lo analizo y sé que hice bien. Nadie dijo que el carácter se forja fácilmente. Siempre he criticado a la corrupción. Y para que ésta deje de existir, uno mismo tiene que dar el primer paso (aunque lo resienta el bolsillo) y afrontar las consecuencias (de seguro mis papás ni se hubieran enterado).
El punto es que me siento bien a pesar de los regaños.
¡Fin!
jueves, 19 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
nooo era mjor la mordida!!! jajaja
has feliiz al poli!!!
¡No! prefiero darle mi dinero al gobierno que mantener al tránsito corrupto.
Aunque a fin de cuentas, es lo mismo
WTF!
la mordida era mucho mejor... bueno, ten en cuenta eso para cuando la multa será para más de mil pesos y tus papás sabrán tus ocultos y pervertidos secretos.
Publicar un comentario