¡Las cumbias me hacen enojar!

Llegué a mi casa bien temprano. Dejé mis cosas en mi cuarto y calenté algo para desayunar. Terminé y lavé los trastes, para que luego mis papás no anden diciendo que ni mi plato lavo.

Entonces me di cuenta que no tenía nada que hacer y decidí releer un libro muy bueno: A sangre fría. Y como la mayoría de libros que ya leí, las páginas están un poco maltratadas, hay fragmentos subrayados con marcatextos y notas al margen escritas con lápiz. Lo que dificulta la segunda lectura, pues siempre me llama más la atención lo que ya subrayé y escribí, que el resto del texto.

No sé cómo demonios le hice, pero me concentré tanto, que por un momento olvidé que había cosas subrayadas. Entonces empecé a leer ya bien… Me gusta este libro y la forma de redacción de Truman Capote, maneja una combinación buenísima de reportaje y novela.

Estaba muy contenta leyendo. Pero en eso, que empecé a escuchar música, y lo peor es que era cumbia. ¡Demonios! Nunca he podido leer y escuchar música al mismo tiempo. Y menos las cumbias esas desgraciadas, que no tienen chiste, pues todas llevan el mismo ritmo. Entonces dejé de leer y fui a ver quién era el de la música.

Me asomé por mi ventana, tal vez sería un vecino castroso. Pero resultó que no. ¡Era mi papá! Se me hizo muy extraño, porque nunca antes había visto que mi papá se pusiera a escuchar cumbia… o sea sí escucha música, pero no cumbias.

Pero lo peor de todo, es que como es mi papá, pues no le puedo decir nada. Todavía si fuera un vecino castroso, se arma el duelo de palabras, unos cuantos recordatorios, saludos familiares y ya. Pero es mi papá y está en su casa… ¿cómo decirle que se calle porque su música me molesta?

Entonces escribí este post, a ver si así se me pasa el coraje. Y si me equivoqué en algún detalle, no fue por mi culpa, si no por las malditas cumbias... Estoy que me lleva… las cumbias me hacen enojar. ¡Pero me hace más enojar el no poder leer!