Recuerdo aquel día que nos conocimos. Tú llegaste a cubrir la vacante que había desde hace 2 meses, y como trabajarías en la misma zona que yo, nos tuvieron que presentar.
Volteé y te vi. Eras como el resto de mis compañeros compañeros, y fue por eso que no me interesaste en los absoluto. Eras tan normal que me dabas flojera. Pero esos 5 minutos que nos dejaron solos, fueron suficientes para saber que estaba equivocada.
No platicamos mucho porque teníamos que trabajar y el jefe nos estaba viendo. Pero esas pequeñas frases, mezcladas con risas y tu hermoso tono de voz, bastaron para que me sintiera plena. Nunca antes me había sentido tan identificada… leíamos a los mismos autores, visitábamos las mismas páginas y a ninguno de los dos nos gustaba la música…
Desde entonces, siempre trataba de llegar temprano a la oficina para poder platicar un poco más contigo. Esos segundos cuando subíamos juntos el elevador eran maravillosos. O mejor aún, cuando nos encontrábamos desde el estacionamiento y nos íbamos juntos hasta la oficina. Tú me decías cómo iban tus proyectos personales, yo te platicaba de los libros que había leído y juntos éramos muy felices.
Todo era un sueño del que no queríamos despertar. Juntos perdimos la noción del tiempo porque pasaron 3 años de habernos conocido, y nosotros seguíamos tan felices como en un principio…
Aunque había algo que para nosotros no era necesario, pero para la demás gente sí: tenía que haber algún tipo de compromiso.
Cada día que llegaba a mi casa después de trabajar, mi madre me recordaba que yo ya tenía más de 30 años y que ya era tiempo de casarme y tener hijos.... Siempre me platicaba que en sus tiempos las mujeres se casaban a los 18 años y a los 19 ya eran madres. Yo le decía para mí no era tiempo aún porque todavía me faltaba experimentar cosas nuevas y cuando se lo decía ella se enojaba sobremanera.
Aunque finalmente, la dejé ganar.
Llegó un momento en que nuestra relación, que nunca se formalizó como tal, quedó en segundo término porque lo único que yo quería era casarme por la presión social. Bien pudimos haber seguido juntos por muchos años más y seguir siendo tan felices como lo éramos. Pero no. Tuve que acelerarme y tuve que dejarte por otro hombre que nunca quise, pero que sí me propuso matrimonio.
Maldita presión social. Malditas tradiciones. Malditos compromisos… Fui una estúpida porque decidí alejarme de ti sólo para callar los rumores de los demás y para tener contenta a mi madre.
Hoy, después de 10 años de haberte conocido, ya no trabajo. Justo ahora estoy sentada en el nuevo sillón que me compró mi marido. Sí, tengo dos hijos, una casa enorme y bien ubicada, una camioneta, mis hijos van a una escuela de paga y tengo un clóset lleno de ropa de marca.
Tengo una “Familia”, así como la sociedad dicta y como mi madre quería, pero no soy feliz.
Te extraño.
No debería pensar en ti porque ahora los dos tenemos rumbos diferentes. Pero este sentimiento es inevitable. Cada día crece más… entre más miserable se vuele mi vida, más te recuerdo.
No sé si aún te amo o te odio a más no poder... Tú me acostumbraste a sentirme bien, y ahora que ya no estás, no encuentro mi lugar.
domingo, 1 de marzo de 2009
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6 comentarios:
... y entonces, mi esposo leyó mi blog. Se llevó a los niños. La verdad si me gustaba mi vida. Ahora no tengo nada.
Tu ya hiciste tu vida por tu cuenta, y ahora estoy sola, completamente sola. Ya nada vale la pena.
*se tira a un rio*
Me gustó el "visitábamos las mismas páginas".... me imagino la situación:
-Que chido es ALT1040
-Apoco lees ALT1040? OMG! Besame!
<3 <3 <3 <3 <3 <3
LOL
Saludos! :D
¿No les gusta la música? ¡Que clase de personas son! *horror!
Que bueno que no mezclaron su adn para procrear mas engendritos de ese tipo! Me alegro!
jum!
*indignado
/*
chido el relato Barbara! Felicidades!
*/
jajaja! el comment de cool acid fue lo mejor del post... C=
Chido relato, medio tristecito... pero chido
¡Qué bonito post!
Como dice Lorena, triste... pero bello.
Hola, me robe tu post para mi blog, me gusto, obviamente mencionando de donde lo tomé.
http://losmonosbichis.com/2009/03/me-acostumbraste.html
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