Ninguna me llena

No sé si soy yo o es la población en general, pero últimamente las religiones (ya sea la cristiana, budista, católica o cualquier otra) han pasado a segundo término y si bien para muchas personas siguen siendo importantes, ya no son tan determinantes como antes.

Eso me da mucho gusto porque gracias a las costumbres religiosas que eran sumamente arraigadas, la gente únicamente se quedaba con el conocimiento que su religión le aportaba, sin importar que éste fuera verdad o no. El ejemplo más claro que puedo encontrar es la creación del hombre:

¡Chin! Yo voy directito al infierno por creer en Darwin

A veces considero ilógico lo que dicen las religiones: que una virgen tuvo un hijo prodigio, que llovió porque se lo pidieron a un dios, que bailar es malo, que debes confesar tus pecados a un señor que ni conoces, que naces siendo pecador, entre otras cosas… Y es entonces cuando digo que la ciencia es lo máximo porque no dice incoherencias y es comprobable.

Pero luego me pongo a pensar que las religiones, lejos de ser un grupo de personas que siguen fielmente a algo, son un apoyo a la sociedad. Porque muchas veces no existen las motivaciones suficientes y debemos recurrir a algo que nos haga seguir adelante. Tal vez es por eso que hay gente que cree fielmente en Dios (o su equivalente), santos, vírgenes o cualquier otro símbolo religioso…

Porque si dejamos atrás la religión, los dioses son la persona perfecta o la figura a seguir que los creyentes alaban. Porque ellos con su fe y con su esperanza, hacen que la vida tenga un fin (en la mayoría de los casos: el bien para un descanso digno).

¡Chin! Con esto ya quedé fuera de la ciencia

Es aquí cuando no quedo bien con nadie: ni con los religiosos ni con los científicos. Porque ninguno puede saciar las curiosidades que los humanos tienen:

La ciencia demuestra, la religión explica
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La ciencia avala... la religión convence
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La ciencia es verdad… la religión es espíritu